El suicidio de la "Yegua"

1. Si Moyano cerca las fábricas para extorsionar a los empresarios, y el Estado no hace nada. Vale la ley del más fuerte.

Si Kretina extorsiona a los Medios de comunicación, a la Justicia, al Campo y siguen las firmas, no hay Ley, sino la prepotencia impuesta por el más fuerte en un ámbito donde la República no existe.

¿De que nos quejamos, cuando los jóvenes en vez de tomar los libros, toman los colegios, para hacer lo mismo? Los adolescentes hacen lo que ven, hoy toman el colegio, y mañana, cuando sean adultos, harán lo mismo en el ámbito en donde se desempeñen.

Las gentes que tomaron y usurparon los terrenos públicos, para extorsionar a la Ciudad por unos subsidios (que pagaremos todos los porteños), siguen la misma metodología. Saben que el Estado no hace nada, abandona a los ciudadanos e impera la ley del más fuerte.

La gente, tarde o temprano se cansa, y exige que alguien ponga orden. Nuestra historia esta llena de ejemplos, algunos más trágicos que otros, de acuerdo al nivel de radicalización de las personas.

No olvidemos nunca los porteños y los argentinos, que los muertos son responsabilidad de Kretina Kirchner, quien especula con la vida de los ciudadanos a fin de conseguir sus mezquinos objetivos políticos (desestabilizar a Macri), y por ello dio la orden de retirar a la Policía Federal del Parque, quitándole a voluntad, a los vecinos de Lugano y Soldati, su derecho a la seguridad, merced a excusas infantiles expuestas por Aníbal Fernández.

2. Al quitarles el derecho a la seguridad, a los vecinos del sur de la ciudad (clase media baja), la Perra Presidencial se ha ganado el odio eterno de todo Soldati – Lugano – Flores –y Mataderos.

No hace falta aclarar que la clase media alta de Belgrano, Barrio Norte y Recoleta, ya detestaba a los kakistas, pero ante la perspectiva de que se repita allí, lo sucedido en las zonas periféricas de la ciudad, al odio visceral por Kretina, ahora se suma el Terror de los próximos saqueos a hipermercados y Centros de Compra.

En la Argentina, desde Irigoyen al menos, ponerse a la clase media en contra, es un suicidio político.

Ya no es necesario decir “¡Maten a la yegua!”, se suicido.

G. K.

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