El Policía detective de “Seven”, está a punto de jubilarse, le encargan un “caso” que él delega en un detective joven, porque ya no quiere-puede llevar el Anillo, ha visto demasiado de la naturaleza humana; y sin embargo, acepta ayudar a Brad Pitt, le da pistas, le acerca libros de Milton (“El paraíso perdido”), para que encuentre la clave del caso, y cuando no lo logra, le acerca una versión “resumida”, un “Paradise Lost for dummies”.
La jugada no resulta, debe intervenir (alguien debe llevar el Anillo), y resignarse a contemplar –una vez más- al horror. Lo hace por Brad, que en el fondo –aunque es medio bruto- es un buen tipo, la gente puede mejorar, no todos son Ojituertos; es decir, Brad es una persona próxima, concreta, no es la “humanidad”.
Morgan Freeman no es un hippie multicolor, sabe que vive en el chiquero, y sabe que a nadie le importa vivir así, y cuando aparece Brad, el joven detective representa a la esperanza. Sin embargo, no lo puede salvar de su primer round con el horror, dio todo lo que tenía para el mundo y fracaso. Al menos, sabe que en el juicio de Osiris, su corazón no será más pesado que la pluma.
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